Ahora estoy sentado en una habitación, otra vez en la Argentina. Es un adormecido barrio de Buenos Aires llamado Banfield, en la casa de la abuela de mi novia. Me estoy escondiendo otra vez porque me siento triste y sé que voy a deprimir a cualquiera que me vea. Hago algo estúpido y dejo que un perro merodee por acá, creyendo que me va a levantar el ánimo. Lo encontré en la entrada, y ya lo bauticé Ramon. Es un perro callejero, gordo y viejo; es evidente que peleó con otro perro y tiene una pata medio herida. Yo tengo la cabeza medio herida. Me peleé con un fan de los Ramones. Nos reunimos con la abuela de Bárbara y sus dos hermanas en el aeropuerto. Nos ubicaron en la pieza de la hermana de Bárbara, ella terminó durmiendo en el living. Se puso todo un poco tenso. Creo que saqué de quicio a todos, y aquí estoy otra vez sentado en una habitación, solo, escribiendo. Cuando intento salir a caminar, el mundo se vuelve demasiado intenso para mí. Me hace retroceder. Me siento vulnerable,...